miércoles, abril 17, 2013

Sueño

Sueño que vuelo. Sutil, etérea, me arrastra el viento. Cada uno de mis cabellos baila al ritmo de una música que me rodea y me eleva. Literalmente. El soplo en mis oídos marca la velocidad que llevo. Sobrevuelo los árboles. Estiro las manos hacia abajo y alcanzo a rozar con los dedos las frondosas copas. Veo algún nido, con una madre que cuida sus huevos, aterrorizada por mi súbita aparición. Yo me limito a sonreír. Ahora subo más y más alto. Me zambullo en las nubes y compruebo que no son de algodón. Agua. Millones y millones de ínfimas gotitas de agua. Y el baño es un refrescante placer. Me dejo inundar. Mi cuerpo, acalorado, agradece esa frescura. Y sigo subiendo. Más y más alto. La presión se siente, cada centímetro de mi piel es presionado y casi aplastado. Me sofoca pero sigo subiendo. Llego a un punto en el que la presión es intolerable y me empiezan a zumbar los oídos. Desafiante, sigo subiendo. Hasta que me pulverizo. Siento estallar cada gramo de mi cuerpo en una nube entre roja y marrón. Y justo antes de desaparecer por completo, sonrío aliviada. Ya no me duele tu ausencia.