sábado, septiembre 07, 2013

Instrucciones para no olvidar

Repita su nombre tantas veces como le sea posible a lo largo de varios meses. Encuentre qué otras palabras formar con sus catorce letras. Juegue, invente, altere su orden hasta que las letras mismas se desdibujen y pierdan todo sentido. Memorice esas palabras de manera tal que cada vez que alguien le hable de bueyes perdidos, usted piense inevitablemente en el amor de su vida.

Camine por las calles de la ciudad que recorrían juntos. Vuelva a cada esquina dónde se hayan besado. De ser posible, siéntese a tomar un café en aquel bar dónde le robó el primer beso. Ocupe la misma mesa de aquella noche y repase mentalmente cada detalle de aquella escena. Saboree la nostalgia de saber que ya nunca la besará por vez primera. Regodéese en esa certeza.

En su recorrido por la ciudad, su ciudad, la de ustedes, ese circuito tan íntimo de calles, plazas, supermercados y panaderías, deténgase ante cada pareja feliz. Frente a parejas besándose, recuerde sus besos, sus labios en los suyos y esa inexplicable dicha y sensación de calidez en el pecho. Reviva las taquicárdicas caricias y abrazos. Fantasee con todo ese pasado y note el frío en su espalda y el viento en su rostro. Recuerde su corazón desbocado y sienta, en el presente, la parsimonia de sus latidos. Recuerde y sienta, recuerde una hermosa realidad que ya no es y sienta esa dura soledad que se le impone. Contraste ambas experiencias.

Por último, es esencial al no olvido, seguir en contacto con la persona amada. Busque excusas para verse, dígale que todavía le debe aquel dinero que una vez le prestó, u ofrézcase a ayudar en alguna mudanza, o simplemente pase por la puerta de su casa y toque timbre para charlar un rato. No importa acerca de qué. De hecho será mejor si hablan mucho sin decir realmente nada. Así se asegurará conservar al otro como un rehén dentro de su cabeza mientras se hace imposible todo intento de reconstruir la relación.


N. de la A.: Si lo que usted quiere es olvidar, haga exactamente lo contrario. No piense en el ser amado, pero no por hacer un esfuerzo consciente de no pensarlo -eso es imposible-, sino porque tiene mejores cosas en qué pensar, porque ya no necesita al otro y porque, en definitiva, está empezando a ser feliz por su cuenta.