Algo raro flotaba esa noche en el ambiente. No se respiraba el mismo aire. Tal vez la cercanía del río, tal vez esa temperatura que no es frío ni calor, tal vez la brisa.
Tal vez sus miradas, tal vez su sonrisa, tal vez su timidez.
Tal vez fue la tormenta que vino después, los rayos, el viento, la lluvia. Tal vez fue que sus corazones no querían más latir solos. Tal vez fue la música, la que escucharon, la que cantaron y la que bailaron.
No sé bien qué fue, pero a partir de esa noche algo fue distinto.
Sus ojos se encontraban con mayor frecuencia, las sonrisas de ella coincidían con las de él, parecían hablarse en un lenguaje que nadie más entendía. Parecían entenderse sólo con miradas, sonrisas, movimientos, gestos. No necesitaban de palabras.
Se amaban con locura, pero no sé si alguna vez se lo dijeron. Hablaban muy poco...