miércoles, febrero 05, 2020

Tocar fondo


Hace varios días que vengo pensando en lo que me está pasando. Desde fin de año más o menos, o capaz después, capaz desde mi cumpleaños, no, antes. No sé bien desde cuándo, pero hace un tiempo que vengo incubando algo. No es angustia, no es el miedo sordo de estar cometiendo el más terrible de los errores, esta vez es otra cosa. Creo que esta vez es algo bueno. Sin dudas es algo radical, creo que debe ser bueno. Se siente un poco de vértigo, algo de soledad, pero de la buena, de la que te hace mirarte de frente y sonreírte. ¿Es libertad? ¿Es tomar las riendas de mi propia vida? Quizás. Seguro tiene que ver con cambiar algunas de las creencias inconscientes que siempre me acompañaron, firmes y fieles, a lo largo de muchísimos años. “Es que yo soy muy indecisa, me cuesta mucho decidir cualquier cosa”. Sí, soy indecisa. No, no siempre. Hice cosas, decidí cosas, tomé caminos que me llevaron a donde hoy estoy. Con mi casa, mi familia, mis amigos, mis gatos, mi trabajo, mis prioridades. Todo eso porque fui decidiendo a lo largo del camino y fui poniendo de mí para lograr lo que había decidido. Así que se podría decir que no, no siempre soy indecisa, soy capaz de tomar decisiones, algunas más fáciles, otras más complicadas, pero decido, hago y avanzo. No estoy todo el tiempo estancada o con el freno de mano puesto, como alguna vez dije. Como alguna vez estuve, como alguna vez fui. No, ya no. Una creencia menos. “Voy a terminar sola”. Esta es bastante fuerte, en cuanto chocante y en cuanto a su fortaleza. Esta se agarra con uñas y dientes y se resiste a abandonarme. Pero veamos un poco mejor. Primero, ¿por qué pienso que tengo la bola de cristal para saber qué va a pasar o dejar de pasar en el futuro? Porque si vemos al pasado, no siempre estuve sola, y si hoy estoy sola es porque así lo decidí. No por otra cosa. Segundo, me va a pasar lo que yo decida que me pase. Mejor aún, las cosas no “me pasan”, no soy una mera espectadora de mi propia vida, soy la protagonista. Tengo que dejar de pensar en lo que me pasa o deja de pasar y enfocarme más en lo que hago y dejo de hacer para que las cosas pasen. Para que mi vida pase, como yo quiero. Por supuesto que hay factores externos, y a veces las cosas “nos pasan”, pero la mayor parte de mi vida va a pasarme lo que yo decida –con mis acciones y omisiones– que me pase. O sea, tengo que dejar de pensarme en voz pasiva y tomar más acción y responsabilidad por mi propia vida. Tercero, “voy a terminar”, ¿qué es esto? ¿Una película o una vida en constante transcurrir? ¿Por qué definir todo por cómo termine? ¿Por qué no enfocarme en el aquí y ahora, en el mientras tanto, en el día a día? No tengo idea de cómo voy a terminar, pero creo que lo más importante es cómo sea el recorrido y disfrutar del paisaje. Ya lo dijo Aerosmith, la vida es un viaje no un destino. Entonces eso, a ver si aprendo a no enfocarme en los resultados y disfrutar más del proceso, amar la trama más que el desenlace, diría Drexler. Cuarto, ¿sola? ¿En serio? ¿De verdad pienso que estoy sola por no tener una pareja? ¿Esa es la única compañía válida? Porque tengo una familia, tengo amigos, tengo conocidos, tengo compañeros, tengo colegas, tengo gente alrededor que sólo está esperando que los mire y los salude. Si algo sé, si algo aprendí en estos treinta y pico de años de vida, es que uno está tan solo como quiera estar. Puedo cerrarme y no dejar entrar a nadie, o puedo abrirme, bajar las defensas y descubrirme parte de algo mucho más grande. Es cuestión de cambiar la perspectiva y aprender a descubrir las conexiones que tenemos con todo y todos los que nos rodean.

En definitiva, creo que se está gestando algo grande, quizás una decisión, quizás una opción de vida, decidir tener una vida plena, con todo lo que quiera tener, sin fijarme tanto en cómo las cosas deberían ser sino más en cómo quiero que sean. Cómo quiero ser. Hace poco me dijeron que tengo que romper con viejas estructuras que ya no me sirven. Esas creencias, y otras, sin duda son parte de lo que hoy no me sirve. Quizás alguna vez me sirvió, hoy no. Hoy elijo vivir de otra manera, con otra mirada, con otra esperanza. Hoy elijo ser feliz. Con lo que soy, con lo que tengo, con lo que puedo. Sin más.

viernes, noviembre 29, 2019

Calesita


¿De qué se trata todo esto? ¿Para qué esta carrera irrefrenable? A veces siento que la vida se me va yendo del trabajo a casa, de casa al trabajo. Lunes, fiaca total, pocas ganas, poca energía. Martes, hay que tirar, hay que pasarla. Miércoles, día bisagra, va faltando menos para el finde. Jueves, falta poco, todavía hay que hacer un esfuerzo más. Viernes, por fin, cuánto tiempo esperándote. Sábado, domingo, dormir, descansar, recuperar energías, ¿para qué? Para enfrentar el siguiente lunes. Y así. Lo mismo los meses. Enero, descanso, relax, vacaciones, recargar energías. Febrero, empezar tímidamente con la rutina, una vez más. Marzo, abril, mayo, junio. Y así. Hasta que en octubre empezamos a pedir pista. Noviembre se va en un suspiro y en una catarata de reuniones para despedir el año. Diciembre ni existe. Y de nuevo enero. Y así. ¿Para qué? Descansar y recargar energía, ¿para qué? ¿Para poder trabajar y juntar la plata que necesitamos para poder descansar y recargar energía en el fin de semana, en las vacaciones? ¿No es una rueda de hámster gigante que nos hace creer que avanzamos cuando sólo estamos dando vueltas en círculo? Y todo esto me parece tan trillado, tan lugar común, tan dicho y escrito que hasta me da vergüenza decirlo. Porque este mismo planteo de pronto me parece una pieza más del engranaje, de la rueda que nos deja siempre en el mismo lugar, aunque no dejemos de correr. ¿Entonces? ¿Cómo se sale de acá? ¿Hay una salida? ¿O nuestro destino es andar siempre en círculos?

miércoles, noviembre 13, 2019

Añicos


Siento que estoy rota. A veces me rompo. Nunca dura demasiado, unos días, un par de semanas, y me rearmo. O armo otra nueva. Pero esta vez es distinto. Esta vez siento que estoy rota en serio. Que las partes ya se quebraron en pedacitos muy chicos, casi parece más un arenado que piezas a pegar. No sé cómo volver a ser una. No sé cómo volver a ser yo. No sé si alguna vez fui yo. No sé nada. Y no es que no sé nada en el sentido socrático, en el sentido sapiencial de quien conoce a fondo su propia ignorancia. Yo no sé nada, así a secas, de puro ignorante. No sé quién soy. No sé quién fui. No sé quién seré. No sé quién quiero ser. No sé nada. Literalmente nada. Bueno, literalmente no, porque estoy escribiendo, así que al menos parece que sé escribir. Y usar la computadora. Y leer. Pero después, es poco más lo que sé. Es muchísimo más lo que no sé. Sobre todo respecto a mí misma. Sé que me siento rota. Hecha añicos. Difícil de rejuntar y rearmar. Desarmada.

jueves, junio 28, 2018

Todavía no

Se sentó. Respiró hondo y se sentó en el borde de la cama. Cansada de remar, cansada de pelearse consigo misma y con el mundo, se sentó. De pronto se le hizo evidente el tiempo libre que tenía por delante, pero en vez de entusiasmarse con las infinitas posibilidades, la agobió la incertidumbre y se largó a llorar. Y lloró, sentada, lloró como hacía tiempo no lloraba. Lloró por cansancio, lloró por dolor, lloró por tantos sueños truncos. Lloró por ser una vez más ella misma, sola, sentada en su habitación. En algún momento se habrá quedado dormida, en posición fetal, porque así estaba cuando abrió los ojos, hinchados y achinados de tanto llorar. Y notó que entraba el sol por la ventana, como queriendo animarla a salir de su guarida, a ver los árboles, las calles y las hamacas de la plaza. Pero no. Ella dio media vuelta en la cama y siguió llorando. Todavía no.

miércoles, agosto 09, 2017

Head over feet

I had no choice but to hear you
You stated your case time and again
I thought about it

You treat me like I'm a princess
I'm not used to liking that
You ask how my day was

You've already won me over in spite of me
And don't be alarmed if I fall head over feet
Don't be surprised if I love you for all that you are
I couldn't help it
It's all your fault

Your love is thick and it swallowed me whole
You're so much braver than I gave you credit for
That's not lip service

You've already won me over in spite of me
And don't be alarmed if I fall head over feet
Don't be surprised if I love you for all that you are
I couldn't help it
It's all your fault

You are the bearer of unconditional things
You held your breath and the door for me
Thanks for your patience

You're the best listener that I've ever met
You're my best friend
Best friend with benefits
What took me so long

I've never felt this healthy before
I've never wanted something rational
I am aware now
I am aware now

You've already won me over in spite of me
And don't be alarmed if I fall head over feet
Don't be surprised if I love you for all that you are
I couldn't help it
It's all your fault

martes, julio 18, 2017

Viva

Lo primero que sintió fue la oscuridad. Es raro, antes tampoco veía nada, estuvo años sin ver nada, pero ahora veía oscuridad, densa, impenetrable, pero la veía, la percibía, casi la palpaba. Luego de la oscuridad sintió el frío, se le clavaba en el pecho un puñal de aire helado. La dejaba sin aliento, pero al menos lo sentía. Sentía.

Después vino el dolor.

Y si todo ese tiempo creyó haber estado muerta, entendía que era ahora que estaba muriendo. Ese dolor que la desgarraba no podía ser otra cosa que la mismísima muerte arrancándola de donde sea que hubiera estado aletargada tantos siglos. Era como si sus propios huesos estuvieran recubiertos de espinas y púas, destrozando desde dentro músculos, nervios y piel. Era una agonía interminable.

Pero no estaba muriendo. Al poco tiempo el dolor fue cediendo, junto con la oscuridad, el frío y el silencio, y empezó a sentir voces, muy a lo lejos, casi inaudibles, pero sin duda eran voces humanas. Estaba intentando distinguir qué decían aquellas voces cuando se dio cuenta de que ya no tenía frío. Ese dolor que la torturaba hacía unos instantes ahora era una tibieza esparciéndose por cada célula de su cuerpo. Luego vio en el fondo de aquella habitación una claridad, muy pequeña al principio, pero que se fue definiendo a medida que sus ojos se acostumbraron a la luz. Había una puerta. De ahí venían las voces, la luz, incluso algo de música, y se dio cuenta de que no había muerto. Al contrario, después de muchos siglos de frío, dolor y ausencia, ahora estaba viva. Decidió que no se lo iba a perder y, todavía un poco entumecida y a los tumbos, caminó torpemente hacia la puerta y salió de su sepulcro.

(17 de julio de 2013)

lunes, abril 03, 2017

Abril

Nos dice Wikipedia que abril era el segundo mes del año en el antiguo calendario romano antes de que el rey Numa Pompilio añadiera a enero y febrero alrededor del 700 a. C. Los antiguos romanos lo llamaban aprilis, en latín. No se conoce exactamente el origen de la palabra «abril». Se ha querido relacionar con el verbo aperire (‘abrir’), por la supuesta forma aperilis, asociándolo a que en este mes la primavera abre la tierra, las flores, etc. Ovidio se une a esta idea; pero no hay fundamento etimológico que lo sustente.

Más de una vez escuché esta teoría de la etimología de abril. Ese aprilis que suena explosivo, como si más que una palabra fuera la onomatopeya de la primavera. Aprire. Abril en que se abren las flores y estalla esa vida latente que estuvo madurando durante el frío invierno. Primavera boreal, porque por estas latitudes abril es el mes del otoño. Otra explosión, no ya de flores y naturaleza que desborda, sino de colores más calmos. Se podría decir que se da el efecto inverso, la naturaleza implosiona, los árboles se vuelcan hacia dentro, retienen su savia y la envían a las raíces, para que se nutra y se proteja del frío que se avecina. Los dorados, rojos y amarillos invaden el paisaje, que por fuera podrá parecer triste, parecerá un paisaje de muerte, de árboles secos, de hojas que caen, pero hay una profunda verdad oculta en ese replegarse. Hay una vida más honda, que no se ve a simple vista. Hay una preparación, una rumia lenta y serena que permitirá después la explosión primaveral. Sin otoño, sin invierno, no es posible la primavera. Por eso abril me suena a vida nueva, quizás no muy vistosa, no tan evidente, pero profundamente necesaria. Ese replegarse se me hace tan necesario, tan fecundo, como la misma primavera. No tan vistoso, pero igual de hermoso, en su tranquila espera.