Me sé ajena en una ciudad que gime,
ciudad que llora tu nombre,
como si te conociera lo que yo.
Ciudad que me asusta,
no me atrevo a enfrentarla,
no quiero salir.
Me aferro a tu compañía en mi silencio,
a tu recuerdo en cada sorbo,
a tus manos en cada brisa.
Me refugio en un instante
me cubro de soledad
fingiéndome plena de vos.
No es la lluvia lo que me asusta,
es tu ausencia.
No temo mojarme,
temo encontrarme.
Encontrarme en estas calles ajenas,
tan no mías,
tan no tuyas.
Temo hallarme perdida
en esta ciudad ajena,
que no para de llover tu nombre.