Como si fuera inmune, como si estuviera blindada, me someto
a esta tortura de recordarte y extrañarte. Miro fotos tuyas, me cruzo con
viejas palabras de amor que en algún momento fueron ciertas y hoy se me ríen en
la cara, me asomo a tus palabras viejas, ya casi fosilizadas. Pero, tan certeras
hoy como ayer, me perforan el pecho. No soy inmune, todavía no. No te voy a
mentir, hoy me duele menos, pero todavía me duele. Todavía te me anudás acá en
la garganta, todavía te tengo atravesado en medio de mis ganas.
Pero hoy
también hay lugar para la esperanza. Hoy también me permito creer que un día se
me va a pasar esta asfixia, este no poder respirar, no poder ser. Hoy ya voy
creyendo que hasta las peores heridas cicatrizan con el tiempo. Hoy me animo a
mirar un poco más hacia delante y no tanto hacia atrás. Hoy me permito llorar,
pero no por mucho tiempo más. Ya no me duele todos los días. Ya no falta mucho
para que se acabe este sinsabor, este mar que anega mis pulmones, ya falta
menos.
Por eso me sigo sometiendo a esta tortura de extrañarte, sabiendo que un
día, dentro de no mucho tiempo, ya no me va a doler.
Ya no me vas a doler.