miércoles, marzo 29, 2006

Divagues en el colectivo...

Hace un tiempo, en una larga charla de la cual este comentario es apenas un ínfimo extracto, una amiga me dijo: "Lo que pasa es que vos sos larga de conocer, es muy difícil entenderte, siento como que no termino más". La charla versaba acerca de mis múltiples defectos y errores, fue un sacar los trapitos al sol. El caso es que sí, soy difícil de entender, soy jodida, me enrosco sola y no sé desenroscarme. Soy vueltera. Cada cosa que haga tiene que tener sus buenas razones para ser llevada a cabo. Cada palabra que digo es esa palabra, y no todos los sinónimos que podría haber sido. Cada cosa que digo la pienso (a veces no tanto, en realidad), pero todo tiene una razón.

¿Es tan difícil encontrar alguien que me pueda entender? Conocer a alguien que entienda mis palabras, el por qué de cada una y el por qué no las otras. Alguien que entienda los chistes de los que me río, alguien que se ría con Dolina, alguien que disfrute lo que disfruto. ¿Habrá alguien capaz de conocerme, de entender lo que pienso, de leer mis gestos, mis ironías y mis torpezas? ¿Conoceré a alguien capaz de entender lo que siento y cómo siento? Y por qué me angustio y qué me desangustia?

Necesito alguien que sea capaz de desenmarañar los nudos y vueltas que tienen mi cabeza y corazón, alguien capaz de descifrarme, alguien a quien no le resulte tan "larga de conocer", tan inaccesible, tan indescifrable. Necesito alguien que no sólo sea capaz de eso, sino que también lo haga con gusto, que no lo sufra. Alguien que también lo disfrute y hasta le resulte placentero esto de conocereme. Y una cosa más, tiene que ser mutuo.

¿Hay alguien así o tan complicada soy? (Por favor no contesten...)

Sé que suena exigente, pero lo cierto es que después, en los hechos, no soy tan así. Se me aligera el corazón con poco, ya el sólo hecho de que alguien note mi existencia, me despierta. Una vez le comentaba a alguien que siento que paso desapercibida, que no me destaco, que no resalto. Y está bien, creo que no todos podemos brillar con luz propia, pero a veces me gustaría que me noten, que me vean. Por eso cuando alguien tiene algún gesto de complicidad conmigo, sin ningún motivo obvio o aparente, sonrío. Sonrío mucho.