Me sé ajena en una ciudad que gime,
ciudad que llora tu nombre,
como si te conociera lo que yo.
Ciudad que me asusta,
no me atrevo a enfrentarla,
no quiero salir.
Me aferro a tu compañía en mi silencio,
a tu recuerdo en cada sorbo,
a tus manos en cada brisa.
Me refugio en un instante
me cubro de soledad
fingiéndome plena de vos.
No es la lluvia lo que me asusta,
es tu ausencia.
No temo mojarme,
temo encontrarme.
Encontrarme en estas calles ajenas,
tan no mías,
tan no tuyas.
Temo hallarme perdida
en esta ciudad ajena,
que no para de llover tu nombre.
4 comentarios:
Qué lindo, Mery!
Casi me parecía escuchar la lluvia...
Te quiero mucho.
Me refugio en un instante
me cubro de soledad
fingiéndome plena de vos.
No es la lluvia lo que me asusta,
es tu ausencia.
una belleza
me encanto leerte
me llovieron tus letras
Muy distinto sería si vinieras ahora, Marita. Vieras el sol que hay...vieras los colores de este atardecer en mi cocina!
Te mando un beso enorme
Llover tu nombre...Que hermoso eso...aunque, cuantas veces en su nombre hemos llovido inundando, encharcando el alma?
Me ha encantado...navegando en los mares de la viertualidad, llegue acá...es muy bienvenida a mi blog, a leer algun escrito, a escuchar un puñado de canciones.
Besotecitos de luz
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