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Lo nunca dicho se disuelve en un té,
y yo cambio el jazmín por el tilo,
tu ayer por mi mañana,
tu abrazo por mi libertad.
Aunque a veces reincido,
y me noto ausente,
me adivino esclava de una noche,
atada a una historia,
arrastrando bagaje de otros días.
Entonces, el mañana se puebla de fantasmas,
y el olvido se aleja unos pasos más...
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