sábado, septiembre 11, 2010

A veces un instante...

Vuelvo a anidar en tu pecho, me acurruco en sus huecos y me hago ínfima, pequeña. Y tus manos me nombran, me arman, me disuelven. Me esfumo bajo tus dedos, con cada caricia. Como quien juega con el agua de un estanque, tus dedos se revuelven en mi pelo y trazan círculos concéntricos que se expanden desde el cuello hasta la punta de los dedos de los pies. Y con cada nueva caricia más me expando, más me desarmo y más me electrifico. Dulce contradicción de paz y guerra. Estado de alerta y profunda calma. Es que así acurrucada en tu pecho nada me puede lastimar, nada salvo tus manos si se callan. Es por eso que un instante puede durar una eternidad. Es así que el amor es eterno mientras dura, a veces una vida, a veces seis meses, a veces veinte años, a veces media hora, a veces un instante.

1 comentario:

Uninvited dijo...

uuups...perdón... vuelvo más tarde... hagan, hagan... yo no vine

(*rolleyes)