domingo, julio 27, 2008

Vera y las demás...

¿Alguien sabe cómo? Se preguntaba una y otra vez. ¿Alguien sabría cómo arrancarse ese dolor que le traspasaba desde la punta del pie hasta lo más hondo del pecho? Esa daga, ese rasgar de virdrios molidos, ese destrozar propio de las garras de fieras salvajes. Ese dique que se le derrumbaba en la garganta, que ahora quedaba anegada por tanta angustia acumulada. ¿Sabría alguien superar esas cosas? ¿Habría alguien que hubiera podido convertir la herida en cicatriz? Y si lo había, ¿cómo no había dejado las instrucciones claramente anotadas?

Y es que ella se sentía así, atravesada, rasgada, partida al medio, en carne viva, despellejada...

Y ella sabía que no tenía que seguir escondiéndose tras la tercera persona, hace rato ya que había decidido no volver a eso, a ese antinatural desdoblamiento de su personalidad. Como si fuera dos, como si fuera muchas. Tal vez así se sintiera menos el dolor, tal vez así podría matar a la que siempre lloraba y sufría. Pero no. Al fin y al cabo todas eran ella y todas sufrían cuando ella sufría. Es por eso que había decidido dejar de lado eso de escribir en tercera persona.

Es por eso que ya no quiero escribir más así. Porque hoy me duele a mí.

Y me duele más que vos ni te enteres...

7 comentarios:

Juan Pablo López dijo...

si, duele (mucho)

Anónimo dijo...

volviste a escribir después de...cuanto??
temía que hayas abandonado el blog, porque es muy bueno lo que hacés,muy pocas personas pueden expresar lo que sienten de esa forma tan...como decirlo..poética!(:
por mi parte,me siento tan identificada con lo que escribís...
en fin,
saludos!


M€R¥

pttlc dijo...

Hola, permiso, primera vez por aqui y no me gusta el sufrimiento de nadie, pero expresarlo alivia, si este es el caso y ser uno solo dignifica, por mi parte hace años que decidi ser yo todo el dia, una cara, una persona y sí, duele que duela, pero ayuda a crecer.
Abrazo

ces dijo...

Supongo que nadie sabe cómo. supongo que no hay un método ni una fórmula mágica. más creo que las penas exigen ser sufridas, y las historias vividas hasta que decidamos ponerles punto final.
Pienso que uno puede llorar su dolor, pero que hay un momento en que se debe parar porque no hay que llorar de más.
No es fácil determinar el momento justo para cerrar una puerta y dejar el pasado atrás.
Pero es necesario.
Es necesario mirarse al espejo, y notar las cosas que quedaron lejos aunque nosotros querramos que vuelvan al hoy, mirar lo que paso, analizar, captar lo bueno y lo malo para aprender a seguir.
Muchas veces el dolor es parte de crecer hacia la felicidad.

Un abrazo.
Tu blog es bellisimo, que bueno que lo retomaste!

Ale dijo...

No, no hay un método, y por más que nos lo digan no hay forma de seguirlo paso a paso. Porque si dependiera tan solo de la lógica o la razón no estaríamos como estamos, pero el sentimiento aflora como a uno le nace y a veces es feliz y a veces es triste.

Y claro que somos nosotros los mismos, los que padecemos también somos los que añoramos... y un día nos toca desgarrarnos el pecho de tanto llorar, y otro aferrarnos a una nube para poder ilustrar lo bien que nos sentimos. Es un tira y afloje en cierta forma, y una cosa no sería nada sin la otra. Aunque no querramos vivir la tristeza nunca, está ahí para mostrarnos lo hermoso que es estar bien, que es querer y que nos quieran.

Y hay que decir presente y hay que mirarse al espejo, y no cubrir de adjetivos lo que salta a la vista. Que estamos mal. O que estamos bien. Cualquiera de las dos formas hay que largarlas de adentro y disfrutarlas o padecerlas, pero reaccionar, dejar que los sentimientos nos hagan más humanos, más sensibles, más sinceros.

Y quizás nunca se entere o quizás sí, y tal vez no importe si lo hiciera, porque el dolor sigue manteniéndose y a veces no hay palabra que pueda apaciguarlo. Hay que dejar que escarve profundo, y no escondernos más de nosotros mismos. Cuando logramos eso, los demás se enterarán sin siquiera querer que se enteren, porque ya no estaremos evitando mostrarlo.

Y no hay nada mas liberador que aceptar que somos esto que hoy nos toca: un manojo de llantos o una estación de risas. Es lo que somos, y lo único que importa.

Asi que llorá, gritá, desgarrate, reaccioná. Que la única vacuna para que el dolor se vaya es aceptando que existe.

Un beso

Pablo (yo) dijo...

Muchas veces, la distancia que impone la tercera persona sirve para ver "de lejos" y tratar de entender qué es lo que pasa alrededor.
El dolor no es menor por ello, pero tampoco mayor.
Muy lindo post,
besos

MariaCe dijo...

Hola Mery
Llego acá desde el blog del pariente filatelista, y me colgué leyéndote.

Gusto en conocerte :-)