lunes, noviembre 14, 2011

Dolor

Dolor.
Angustia.
La misma angustia de antes.
Esa sin palabras, esa sin gestos,
esa angustia sin nombre ni sonido
una vez más estrecha mi garganta.
Y no hay nada por hacer,
las ausencias premeditadas son las que más duelen.
Sólo esperar.
Esperar que estas delgadas pero fuertes manos
suelten un poco mi tráquea,
me dejen liberar algo de aire,
sacar algo de lo que llevo dentro.
Dejar afuera alguna de las lágrimas que adentro
se abaten en una marejada indomable.
Sólo eso, esperar.
Pero cada segundo duele,
absolutamente cada uno de los segundos que pasan,
duele.
Sólo eso me queda.
Dolor.
Dolor y angustia.

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